lunes, 4 de octubre de 2010

La mezquindad duplicada

Este año, el cartel del XLIII Festival Internacional de Sitges rinde un claro homenaje a la cinematografía de Stanley Kubrick. Sin embargo, sería injusto no reconocer la figura de la genial fotógrafa norteamericana Diane Arbus (1923-1971) y su singular legado. Porque del extenso imaginario fotográfico que nos dejó antes de suicidarse, el retrato Gemelas idénticas (Identical Twins) ha sido indudablemente una de sus obras más recordadas.

Identical Twins. Diane Arbus, 1967
Una fría tarde de diciembre de 1967, Diane Arbus se presentó en una fiesta local de gemelos y trillizos de la periferia de Roxelle (New Jersey) e inmortalizó frente a una valla a las hermanas Cathleen y Colleen Wade. Ni las protagonistas a sus escasos siete años, ni la mismísima fotógrafa llegarían a imaginarse la dimensión que iba a alcanzar aquella instantánea. La franqueza que aporta el blanco y negro transforma el retrato de las pequeñas en una imagen inquietante, casi espectral. En cuanto el espectador logra apartar su atención de profunda mirada de las niñas, comienza a descubrir un sinfín de detalles que evidencian cómo la similitud entre las hermanas es una falsa realidad. Y esto sólo viene a corroborar cómo desde siempre, la figura de los hermanos aparentemente idénticos haya sido representada bajo un aura de perversidad y misterio.
Como decíamos en el inicio, Stanley Kubrick recuperó para una de las secuencias más conocidas de El resplandor (The Shining, 1980) la imagen turbadora y amenazante de las gemelas de Diane Arbus. Siempre ha existido la creencia que los hermanos idénticos, o monocigóticos, mantienen un intenso vínculo telepático hasta la muerte. De esta manera, cualquier actitud o manifestación maliciosa se hace todavía más amenazante en la figura de los mellizos convirtiéndose, aún cuando no ha habido justificación, en sujetos de presencia incómoda.






Algunos dicen que existe una leyenda ancestral que afirma que hay personas tienen un doble en algún lugar de la Tierra. Otras versiones añaden que si en algún momento de su vida, estas personas se encontraran con el doble, el encuentro sería un augurio de su propia muerte. Hoy en día la superstición no está moda. Aún así, recomendaría a quien lea esto mucha cautela cuando salga a la calle. Porque sea topándose con unas gemelas o con su propio yo, nunca está de más hacerse el sueco.

 

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