jueves, 19 de abril de 2012

Divertimentos

Meryl Streep como la baronesa Karen Blixen en Memorias de África (1985)
La película de Stephen Frears The Queen (2006) tiene una secuencia en la cual Isabel II, mientras pasea por sus propiedades en Balmoral, se cruza en el camino de un magnífico ejemplar de ciervo. Por unos segundos, ambos seres se observan detenidamente como comprendiendo de manera recíproca su razón de ser. Esta secuencia rodada con sutil elegancia, deja de ser críptica varios minutos después, cuando la monarca contempla, también en soledad, al mismo ciervo abatido en una cacería y constata que la  fragilidad de la existencia es igual para todos.
Esta escena me ha venido a la cabeza en estos días convulsos para nuestro Rey. Su episodio de caza en tierras lejanas ha provocado una crisis institucional sin precedentes llevando al monarca a lamentar y pedir disculpas públicamente por su poco celebrada afición. Una respuesta real que hubiera resultado inaudita en otros tiempos.
Como es sabido, desde tiempos feudales, la cinegética fue el principal entretenimiento en las cortes europeas. Especialmente durante aquellos periodos de paz cuando los reyes y señores feudales tenían que buscar una actividad alternativa a la guerra. Y en nuestro, caso tanto los Austria como los Borbones han demostrado reiteradamente su afición hacia la caza tan y como muestran numerosos retratos de la época.
Afortunadamente los tiempos cambian, y la voz del pueblo se vuelve cada vez más fuerte, provocando rectificaciones como esta última. Porque citando dos títulos de la cinematografía patria, el "arte de la caza" me lleva a pensar en títulos como Los santos inocentes y La escopeta nacional. Desafortunadamente, esta última noticia ha vuelto a dotar a nuestro país de una cierta aura berlanguiana que pensábamos haber superado.

Relieve representado al Faraón cazando en su carro

La cacería. Tapiz flamenco.

Cazadores en la nieve. Pieter Brueghel el viejo.

Felipe IV cazador, Velázquez

Carlos I de Inglaterra por Van-Dick

Luis XV cazando en el bosque de Saint Germain, Jean-Baptiste Oudry

Carlos III cazador. Francisco de Goya

Mr. and Mrs. Andrews Thomas Gainsborough

Carlos IV vestido de cazador. Francisco de Goya

La reina Victoria a caballo. Francis Grant

El kaiser Guillermo II en una batida de jabalíes.

Alfonso XIII de cacería.

Su graciosa majestad disfrutando de la caza del zorro.


La historia se repite

viernes, 6 de abril de 2012

Sonrisas que matan


 
Siempre me ha estremecido la sonrisa de Jessica Lange por ese aspecto quasi-licántropo que adquiere en cuanto asoma la dentadura. Su bello rostro se transmuta, y esta sonrisa junto a una mirada incisiva parecen estar diciendo "aléjate de aquí o te arranco la cabeza".
Esta actriz nacida en Minnesota tiene que soportar estoicamente que a día de hoy continúen recordándola como la compañera de Jack Nicholson en el remake  de El cartero siempre llama dos veces (1981). Sin embargo su trayectoria, un tanto desigual, yo la asocio a los personajes extremos de películas como Frances (1982) y Titus (1999) y los roles de inestables damas sureñas en Cuando me enamoro (1988) y Las cosas que nunca mueren (1994), por la que se llevaría su segundo Oscar.
Y ahora disfrutamos de su presencia en la serie American Horror Story en la que se mete en la piel de un personaje deliciosamente perverso que solamente ella podría encarnar. Creo que en estos tiempos en los que todo el mundo parece revisitar los cuentos de hadas, tan solo ella, y Barbara Hershey, hubieran sido las mejores candidatas  a meterse en la piel de la peor de las madrastras.

Imagen promocional de American Horror Story

Titus (Titus, 1999)

Cuando me enamoro (Everybody's All-American, 1988)