lunes, 16 de julio de 2012

Re-creaciones (2)



Una extraña asociación de ideas, provocó que las primeras imágenes de Naomi Watts como Diana de Gales me llevaran a recordar aquél programa en el que unos concursantes anónimos, aficionados al cante, atravesaban una cortina de humo para salir por el otro lado caracterizados, con mayor o menor fortuna, al modo de su estrella favorita.
Esta última afición hacia los biopics, es decir, a la ficción basada en la vida real de celebridades, comienza a resultarme preocupante. Porque si en un primer momento pudiera parecer una tentantiva propia de este inicio de siglo en rememorar figuras ilustres de tiempos pasados, empiezo a sospechar que es fruto de una incipiente sequía de ideas en lo que antes llamaron la fábrica de sueños.
Aunque existen excepciones notables, el subgénero de los biopics venía siendo más propio de los telefilmes de serie B que podíamos ver en cualquier canal privado durante la sobremesa. Sin embargo, en los últimos tiempos, los grandes estudios han dignificando el género haciendo uso de su propio star-system y lanzando globos sonda a través de imágenes promocionales con las caracterizaciones sorprendentes. Que a fin de cuentas es lo mismo que esperar ver a Santiago Segura en la piel de Conchita Velasco.


















domingo, 1 de julio de 2012

Algo para recordar

Norah Ephron (Nueva York, 1941-2012)

Hace unos meses, leía un artículo titulado "Las comedias románticas perjudican seriamente la salud" que trataba sobre una blogger estadounidense que hacía una tesis sobre los efectos irreversibles que podían generar en el público las comedias románticas contemporáneas que protagonizan Jennifer Aniston, Reese Witherspoon o Sandra Bullock entre otras. Según la autora, en los últimos años, este género, ya de por sí plagado de estereotipos, acusaba de una radicalización de valores reaccionarios construyendo, en definitiva, un mensaje de lo más machista. Chloe Angyal concluye que, para el público, mayoritariamente femenino, este género cinematográfico "moldea las ideas y expectativas de lo más importante en su vida: amor, trabajo, amistad, sexo y género. Y algunas de estas ideas son preocupantemente sexistas y regresivas".
Para mi satisfacción , la autora salvaba de la quema a la realizadora y guionista Norah Ephron porque aun siendo inevitable considerar su cinematografía precursora de las comedias románticas que inundan las carteleras, sus películas siempre fueron más allá. En su opinión, cada film de esta realizadora destacaba en su momento por ofrecer una visión progresista sobre las relaciones y es por eso que hoy en día continúan recordándose. Y esto es algo que no les ocurre a las comedias actuales a raíz de su superficialidad.
Utilizo el pasado porque tristemente esta semana fallecía Norah Ephron. Y no puedo dejar pasar esta oportunidad para reconocer mi admiración por esta directora norteamericana que tan buenos momentos me ha hecho pasar con sus películas. Tachada injustamente cursi, considero que su reconocimiento está todavía por llegar. Yo tengo una especial afición por lo que llamaría su "trilogía Meg Ryan", todo un homenaje a la comedia de oro americana (Leo McCarey siempre presente), a la isla de Manhattan, y a las preocupaciones comunes de tantas almas solitarias que habitamos las grandes ciudades. La química entre los actores, los diálogos inteligentes y la bella postal que forma la ciudad de los rascacielos hacen que sea una auténtica delicia disfrutar una y otra vez de sus películas. Y aún sabiendo que puedo resultar muy ñoño, gracias a estas, de vez en cuando sigo ilusionándome con la idea de encontrar a mi media naranja en la librería de la esquina.

Cuando Harry encontró a Sally... (When Harry Met Sally..., 1989)

Algo para recordar (Sleepless in Seattle, 1993)

Tienes un e-mail (You've Got Mail, 1998)