sábado, 5 de enero de 2013

Reinas

Cuando el ¡Hola! era lo más

El recuerdo más vivo que conservo del día de Reyes es sin lugar a dudas cuando me trajeron un bonito cuento ilustrado de Gloria Fuertes que se titulaba Las tres reinas magas: Melchora, Gaspara y Baltasara. Consciente que yo no había incluído aquél presente en mi carta a los Reyes Magos, durante algunos días anduve hojeando aquél libro con el sumo cuidado que pone el que atesora algo que no le pertenece. Tenía el firme convencimiento de que en algún momento, algún funcionario real, llamaría a la puerta para reclamar aquél regalo equivocado. Finalmente, mis padres me hicieron entender que en ciertas ocasiones los Magos de Oriente se tomamban alguna licencia regalando a los niños algún presente según su propia voluntad.

Ilustración de Ulises Wensell para el libro de Gloria Fuertes.

Pienso que los Magos, con esa intuición que les caracteriza, enseguida debieron captar mi fascinación por el oropel de lo regio. Porque en aquellos tiempos pre-wikipedianos una de mis aficiones era deborar las biografías de reinas de la enciclopedia del salón de mi casa: María de Habsburgo, María Amalia de Sajonia, María Carolina de Nápoles, María Antonieta de Francia, María Félix... Pequeños retratos, generalmente en blanco y negro, ilustraban aquellas biografías. Y el niño que fui alimantaba su imaginación gracias a la vida y milagros de aquellas consortes reales que lo miraban fijamente desde el lateral de las páginas de la enciclopedia.


Y también fue entonces cuando descubrí el ¡Hola! Un universo en papel couché y a todo color que supuso para mí una revelación y una fuente inagotable de conocimiento. Por aquél entonces, personajes como el de Carolina de Mónaco, Lady Diana Spencer o Christina Onassis ejercían de reinas absolutas de la publicación con unas vidas que en ciertos casos llegaron a emparentar con la más cruda tragedia griega. Y leías notas como que la excéntrica aristócrata de título impronunciable, Gloria Thurn und Taxis, acudía a una fiesta vestida de María Antonieta luciendo una corona que había pertenecido a la mismísima emperatriz de Francia, Eugenia de Montijo, antepasada directa de Cayetana de Alba. Y que a su vez, la duquesa de Alba departía en alguna fiesta marbellí con el príncipe Alfonso de Hohenlohe y Gunilla Von Bismarck, descendiente directa, nada más y nada menos, que de Otto Von Bismarck, el "Canciller de Hierro" padre del actual estado alemán.
Así que como decía mi abuela, de todo hay que de leer porque de todo se aprende. El conocimiento siempre puede aparecer en el lugar más insospechado...

Los Casiraghi posaban en su cocina de fórmica azul cerúleo
Christina Onassis y su mirada triste.
Camino de un destino incierto...







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