Como si la Victoria de Samotracia
hubiera cobrado vida, Diane Kruger dejó boquiabierto a todo el auditorio de
Cannes dando de paso, por inaugurado, el
festival de cine de esta conocida localidad francesa. Porque si de algo va a
ser recordada la presente edición, será justamente por los estilismos con los
que nos fue sorprendiendo día sí, y día también, esta actriz alemana que fue miembro
del jurado. Creaciones de Versus, Calvin Klein, Jason Wu, Chanel, Nina Ricci,
Vivienne Westwood o Christian Dior fueron lucidas por Diane con igual éxito. Pero
sin ningún lugar a dudas, será el vestido de gasa de inspiración helénica
diseñado por Giambattista Valli, la imagen que figurará para la posteridad.
En estos tiempos convulsos donde
el futuro de la Unión Europea parece pender de un hilo y donde una Alemania
fortalecida esta siendo determinante en el devenir de los vecinos pobres,
dígase Grecia, resulta en parte paradójica la imagen de esta alemana universal
vestida como una divinidad griega. Da que pensar que este neoliberalismo al que
hemos estado abocados haya terminado demonizando a nuestros vecinos helenos,
siendo su cultura e historia la cuna de los valores democráticos sobre los que
se ha construido la idea de Occidente.
En términos de moda, la Revolución
Francesa supuso un hito en el cambio de costumbres, especialmente en la
indumentaria femenina, imponiendo la robe
en chemise, que no era más que una idealización de la indumentaria clásica,
como la vestimenta acorde a aquellos nuevos ideales revolucionarios. Las
siluetas se estilizaron al máximo, elevando la cintura y marcando las curvas
naturales del cuerpo femenino con ligeras muselinas y batistas. Todo muy “a la
griega”
A principios del s.XX, Mariano
Fortuny desde su taller veneciano, contribuía a una nueva liberación de la
figura femenina, liberando a la mujer de los corsés decimonónicos gracias a la
creación de su vestido Delphos
formado por pliegues de seda que acariciaban la silueta de la mujer haciendo también
su particular homenaje a la vestimenta de la Grecia clásica.
Unos años más tarde, Madame Grès, otra apasionada de la cultura
clásica, se haría popular a mediados de los 30 gracias a sus vestidos drapeados
en punto de seda vistiendo a sus modelos sin costuras como si fueran
esculturas. Este estilo tendría una cierta continuidad en la era dorada de
Hollywood a través de diseñadores de vestuario como Edith Head que obviamente echaban
su mirada a las creaciones del viejo continente.
Fantástica entrada!
ResponderEliminarHacía tiempo que no pasaba por aquí,
Un abrazo desde Valencia :)
Muchas gracias!!!
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