viernes, 22 de noviembre de 2013

Durmientes

Lord Frederic Leighton. Sol ardiente de junio. 1895
 
Tanto en la versión de los hermanos Grimm como en la de Perrault, "La Bella Durmiente del bosque" ejemplifica como en ningún otro cuento, el estereotipo de la doncella pasiva carente de cualquier capacidad de reacción, que aguarda la llegada del príncipe salvador que la libere del maleficio. Como es natural, se trata de un relato que a día de hoy no puede despertar especial simpatía. Y no es de extrañar que muchos padres muestren una especial reserva en que sus hijos e hijas se familiaricen con este tipo de lecturas.
Sin embargo, como nací en un tiempo y un lugar donde las correcciones políticas y/o sociales apenas comenzaban a germinar, pude acceder sin ningún tipo de cortapisas a este tipo de literatura,. Y en este sentido,  debo confesar que la historia de la Bella Durmiente provocó en el niño que fui, una fascinación que a día de hoy mantengo.
Me maravillaba esa aura de tragedia griega que acompaña en todo momento al personaje, incapaz de escapar de su destino providencial más allá de toda ayuda o protección. Me maravillaba la escenificación del maleficio a través del pinchazo con el huso de la rueca que después  algunos han relacionado con la maduración y el despertar sexual que implica el inicio de la pubertad: El final de la inocencia. Y para finalizar, lo que más me fascinaba, y aterraba, era la idea perversa de esa espera pasiva y confiada en una salvación que llegaría finalmente al cabo de cien años, convirtiendo el despertar, más que en un happy end, en la peor de las pesadillas.
Así que mientras espero con impaciencia el estreno de la película  Maléfica, una especie de pre-cuela de La Bella Durmiente, que en esta ocasión nos acerca al personaje más oscuro, me pongo a recordar a rememorar imágenes que de forma más directa o indirecta a este relato de la literatura popular.
 
Anne-Louis Girodet. El sueño de Endimión. 1791


En la ópera de Wagner, Sigfrido despertaba con un beso a Brunilda.
Edward Burne-Jones. La Rosa Silvestre. 1870-189'

Grabado de Gustave Doré para La Bella Durmiente del Bosque. 1861


Viktor Vasnetsov. La princesa durmiente. 1920

Daniel Maclise. Sleeping Beauty. 1842


Ilustración contemporánea de Benjamin Lacombe.

Heinrich Lefler y Joseph Urban. La Bella Durmiente


Tchaikovsky puso música al ballet basado en el cuento de Perrault.
Walt Disney llevaría al cine La Bella Durmiente en 1959

Annie Leibovitz. Retrato de Zack Efron y Vanessa Hudgens

Manuel de los Galanes. Retrato de Miguel Ángel Silvestre y Patricia Montero.

Escaparate de Harvey Nichols. Navidad 2012

Angelina Jolie protagoniza esta precuela de La Bella Durmiente. 2014

 
En todo caso, tanto la literatura como el cine, ha profundizado en el mito de La Bella Durmiente de manera más o menos compleja. Aquí algunas variaciones:
 
Inquietante fotografía de Eugenio Recuenco.

Luis Buñuel. Viridiana. 1961

Mel Gibson despertaba tras un largo sueño en Eternamente Joven, 1992

Pedro Almodóvar. Hable con ella. 2002

Todo mito es últimamente interpretado en clave gay.

Dina Goldstein fotografía los cuentos de hadas en clave realista.
Manoel de Oliveira. El extraño caso de Angélica. 2010

Julia Leigh presentó en Cannes 2012 La Bella Durmiente.